Whiplash es una película candidata a los oscars 2015, con una crítica excelente. Lo primero que aclaro es que los oscars me parecen un reparto de premios a artistas a quienes el establishment político y económico recompensan por su labor propagandística. Dicho esto, Whiplash es una película que se deja ver con interés, que tiene la música de jazz como enganche eficaz, y como trasfondo una historia de superación bien desarrollada. Normalmente no suelo encontrar críticas de cine que se detengan en el contenido, en el mensaje, la mayoría se centran en aspectos técnicos, así que voy a dar mi opinión al respecto. En esta cinta hay dos mensajes que me han parecido muy claros, el primero; que para ser un gran artista tienes que renunciar, ante todo renunciar. Y ¿a qué? En primer lugar a la amistad; el gran artista vive aislado y entregado a su trabajo. En segundo lugar, al amor, y así a la familia (aunque también a la amistad, pues no la hay sin amor). Estos dos aspectos hacen que Whiplash se adapte bastante bien a su función, la construcción del sujeto de la modernidad.
Por el contrario, el protagonista, para tener éxito y obtener sus metas, acepta de manera tácita formar parte de una estructura jerárquica, enormemente competitiva, donde jamás se cuestionan los posicionamientos del líder, la persona que dirige la orquesta, quien ejerce su poder de forma tiránica, y que en algún momento de la película justifica su actitud diciendo que sólo de esa manera pueden manifestarse los genios, los grandes artistas.
Así que el mensaje que se lanza a los espectadores es claro. Para lograr tus espectativas, dentro de una sociedad competitiva y jerarquizada, debes acatar las normas impuestas por un pequeño grupo o élite, que las aplicará de forma tiránica y sin escrúpulos, pero sólo para extraer lo mejor de nosotros. Estemos agradecidos 😉