A veces me dan ganas de patear papeleras,
de abollar la chapa de los coches
y llevarme la caja registradora de un supermercado,
de preguntarle al dueño del restaurante
por qué sus empleados llevan uniformes tan feos,
despeinaría a la señora del caniche en carricoche,
levantaría de la pechera a algún concejal,
arrancaría el césped de plástico como quien se permite
tirar del mantel en la cena de nochevieja.
A veces me dan ganas de llorar cuando miro al cielo,
de dejar la olla a presión al fuego hasta que explote.
Le preguntaría a esa mujer vestida de jogging por qué fuma,
pintaría con spray las señales de tráfico,
vomitaría la alfombra en Ágata Ruiz,
rociaría los carteles electorales con gasolina.
Antonio Soriano Puche 2020